martes, 8 de abril de 2008

Sr. Rimbaud



EL BAILE DE LOS AHORCADOS
Arthur Rimbaud
(1854-1891)
En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín.
¡Monseñor Belzebú tira de la corbata
de sus títeres negros, que al cielo gesticulan,
y al darles en la frente un buen zapatillazo
les obliga a bailar ritmos de Villancico!
Sorprendidos, los títeres, juntan sus brazos gráciles:
como un órgano negro, los pechos horadados ,
que antaño damiselas gentiles abrazaban,
se rozan y entrechocan, en espantoso amor.
¡Hurra!, alegres danzantes que perdisteis la panza ,
trenzad vuestras cabriolas pues el tablao es amplio,
¡Que no sepan, por Dios, si es danza o es batalla!
¡Furioso, Belzebú rasga sus violines!
¡Rudos talones; nunca su sandalia se gasta!
Todos se han despojado de su sayo de piel:
lo que queda no asusta y se ve sin escándalo.
En sus cráneos, la nieve ha puesto un blanco gorro.
El cuervo es la cimera de estas cabezas rotas;
cuelga un jirón de carne de su flaca barbilla:
parecen, cuando giran en sombrías refriegas,
rígidos paladines, con bardas de cartón.
Hurra!, ¡que el cierzo azuza en el vals de los huesos!
¡y la horca negra muge cual órgano de hierro!
y responden los lobos desde bosques morados:
rojo, en el horizonte, el cielo es un infierno...
¡Zarandéame a estos fúnebres capitanes
que desgranan, ladinos, con largos dedos rotos,
un rosario de amor por sus pálidas vértebras:
¡difuntos, que no estamos aquí en un monasterio! .
Y de pronto, en el centro de esta danza macabra
brinca hacia el cielo rojo, loco, un gran esqueleto,
llevado por el ímpetu, cual corcel se encabrita
y, al sentir en el cuello la cuerda tiesa aún,
crispa sus cortos dedos contra un fémur que cruje
con gritos que recuerdan atroces carcajadas,
y, como un saltimbanqui se agita en su caseta,
vuelve a iniciar su baile al son de la osamenta.
En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín.

jueves, 13 de marzo de 2008



CHARLES BAUDELAIRE
(1821-1867)

CIELO NEBLINOSO.

Se diría cubierta de vapor tu mirada;
Tu mirar misterioso (¿es azul, gris o verde?)
Alternativamente tierno, cruel, soñador,
Refleja la indolencia y palidez del cielo.
Recuerdas los días blancos, y tibios y velados,
Que a las cautivas almas hacen fundirse en lágrimas,
Cuando, presa de un mal confuso que los tensa,
Los excitados nervios se burlan del dormido.
A veces te asemejas a esos bellos paisajes
Que iluminan los soles de estaciones brumosas...
¡Y cómo resplandeces, oh mojado paisaje
Que atraviesan los rayos entre un cendal de niebla!
¡Oh mujer peligrosa, oh seductores climas!
¿Acabaré adorando vuestras nieves yescarchas,
Y, al cabo, arrancaré del implacable invierno
Placeres más agudos que el hielo y que la espada?

domingo, 2 de marzo de 2008

OFELIA...



Edición: "Ophelie"
http://wishmistress.deviantart.com/


ARTHUR RIMBAUD
(1854-1891)

OFELIA

I
En las aguas profundas que acunan las estrellas,
blanca y cándida, Ofelia flota como un gran lirio,
flota tan lentamente, recostada en sus velos...
cuando tocan a muerte en el bosque lejano.

Hace ya miles de años que la pálida Ofelia
pasa, fantasma blanco por el gran río negro;
más de mil años ya que su suave locura
murmura su tonada en el aire nocturno.

El viento, cual corola, sus senos acaricia
y despliega, acunado, su velamen azul;
los sauces temblorosos lloran contra sus hombros
y por su frente en sueños, la espadaña se pliega.

Los rizados nenúfares suspiran a su lado,
mientras ella despierta, en el dormido aliso,
un nido del que surge un mínimo temblor...
y un canto, en oros, cae del cielo misterioso.

II
¡Oh tristísima Ofelia, bella como la nieve,
muerta cuando eras niña, llevada por el río!
Y es que los fríos vientos que caen de Noruega
te habían susurrado la adusta libertad.

Y es que un arcano soplo, al blandir tu melena,
en tu mente traspuesta metió voces extrañas;
y es que tu corazón escuchaba el lamento
de la Naturaleza –son de árboles y noches.

Y es que la voz del mar, como inmenso jadeo
rompió tu corazón manso y tierno de niña;
y es que un día de abril, un bello infante pálido,
un loco miserioso, a tus pies se sentó.

Cielo, Amor, Libertad: ¡qué sueño, oh pobre Loca! .
Te fundías en él como nieve en el fuego;
tus visiones, enormes, ahogaban tu palabra.
–Y el terrible Infinito espantó tu ojo azul.

III
Y el poeta nos dice que en la noche estrellada
vienes a recoger las flores que cortaste ,
y que ha visto en el agua, recostada en sus velos,
a la cándida Ofelia flotar, como un gran lis.








martes, 26 de febrero de 2008

Sr. Baudelaire



Charles Baudelaire
(1821-1867)

EL VAMPIRO
Tú que, como una cuchillada;
Entraste en mi dolorido corazón.
Tú que, como un repugnante tropel
De demonios, viniste loca y adornada,
Para hacer de mi espíritu humillado
Tu lecho y tu dominio.
¡Infame!, a quien estoy ligado
Como el forzado a su cadena,
Como al juego el jugador empedernido,
Como el borracho a la botella,
Como a la carroña los gusanos.-¡Maldita, maldita seas tú!
Supliqué a la rápida espada
Que conquistara mi libertad
Y supliqué al pérfido veneno
Que sacudiera mi ruindad.
¡Ay! el veneno y la espada.
Me desdeñaron diciéndome:.-No eres digno de que se te libere
De tu esclavitud maldita.-
¡Imbécil! -Si de su dominio
Te libraron nuestros esfuerzos,Tus besos resucitarían
El cadáver de tu vampiro.

domingo, 24 de febrero de 2008

EL GATO...




Charles Baudelaire

(1821-1867)


EL GATO

Ven, bello gato, a mi amoroso pecho;

Retén las uñas de tu pata,

Y deja que me hunda en tus ojos hermosos

Mezcla de ágata y metal.


Mientras mis dedos peinan suavemente

Tu cabeza y tu lomo elástico,

Mientras mi mano de placer se embriaga

Al palpar tu cuerpo eléctrico,

A mi señora creo ver.


Su mirada

Como la tuya, amable bestia,

Profunda y fría, hiere cual dardo,

Y, de los pies a la cabeza,

Un sutil aire, un peligroso aroma,

Bogan en torno a su tostado cuerpo.

sábado, 23 de febrero de 2008



SUEÑO PARA EL INVIERNO
Arthur Rimbaud (1854-1891)




En invierno iremos en un pequeño coche rosa
con almohadones azules.
Estaremos bien; un nido de locos besos descansa
en los mullidos rincones.
Tú cerrarás los ojos para no ver, tras el cristal,
gesticular las sombras de las noches,
esas monstruosidades hurañas, populacho
de demonios y lobos negros.
Luego sentirás la mejilla rasguñada...
un pequeño beso, como una araña loca,
correrá por tu cuello...
Y tú me dirás: "Busca", inclinando la cabeza,
Y tomaremos tiempo para buscar esa bestia;
Que viaja mucho...


me encantan los libros de arthur rimbaud...
suspira mi alma.

jueves, 21 de febrero de 2008







Uno de mis poetas favoritos
espero que lo disfruten...
cualquiera de sus libros es bueno,
lo recomiendo ampliamente.

César Vallejo (1892-1938)






Luna! Corona de una testa inmensa,
que te vas deshojando en sombras gualdas!
Roja corona de un Jesús que piensa
trágicamente dulce de esmeraldas!
Luna! Alocado corazón celeste
¿por qué bogas así, dentro de copa
llena de vino azul, hacia el oeste,
cual derrotada y dolorida popa?
Luna! Y a fuerza de volar en vano,
te holocaustas en ópalos dispersos:
tú eres talvez mi corazón gitano
que vaga en el azul llorando versos!...